Unidos en la gracia y la desgracia
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Hay una creencia patriótica que dice que los chilenos son solidarios de nacimiento. La verdad es que la accidentada geografía de este país lo hace conocido por los violentísimos sismos y las serias erupciones volcánicas, y quizá no tan famosos, pero también abundantes inundaciones por lluvias en el invierno -dada la pendiente cordillerana y la proximidad de poblaciones al pie de las montañas-. Todos los años, las nevadas atrapan a pueblos enteros bajo el denominado tsunami blanco, en el que vidas humanas corren peligro y se pierden animales de pasto; mientras, de manera simultánea, en el desierto, la sequía tiene en alerta desde hace años a otros habitantes de este diverso y sorprendente lugar al sur del sur. Cuando las emergencias se activan, se activa la solidaridad y la gente se vuelca severamente. Si preguntamos a cualquier chileno si es voluntario de alguna institución, nos responderá sobre variadas oportunidades en que ha viajado al norte o al sur a ayudar en la reconstrucción