Amor en tiempo de lucidez

Ahora son mayores y tienen ya la mirada del paso de los años, vivieron mucho tiempo juntos y después decidieron separarse, pero la estima perdura y se consideran "familia".
Cuando se conocieron eran jovenes y tenían hijos chicos, cada uno con su respectiva pareja. Un amor fulminante los atravesó y coincidió que el momento político del país los obligó a buscar refugio en otra geografía. Se encontraron generacional, profesional, psicologicamente y en el amor. Pero junto a la aventura del amor, venia la distancia de sus respectivos hijos; la ausencia de noticias del país; el idioma nuevo de un pueblo que los acojía; el frío de otras latitudes; enfermedad; extrangería; falta de trabajo, aislamiento... Los animaba y unia tozudamente estar juntos, acompañarse y la libre comunión, pero también eran muchas y crueles las dificultades enfrentaban.
Como dentro de la incoherencia humana, a veces se hace el mal que no se quiere y se deja de hacer el bien que se desea, empezaron a traicionarse, i es así que apareció el silencio doloroso y la ineptitud afectiva, y un día, creían no amarse. Hoy todavía no saben bien qué pasó, pero decidieron no seguir, no vivir juntos y “rehacer” sus vidas. Y pasó el tiempo. Y como era mucho lo que los había unido y juntos habían construido el sentido de sus existencias en medio del no mucho sentido y las contradicciones, un día, después de un tiempo difícil de precisar, se reunieron de nuevo para explicarse mutuamente. Y es así que volvían a estar uno frente al otro, mucho más sedimentados y con nueva luz. Fue entonces cuando, lejos de las impetuosidades y de las emociones intempestivas se vieron mutuamente como “un otro”, un hermano y una hermana y decidieron que siempre serian “familia”, porque eso era lo que siempre habían sido y les hacía falta. Se necesitaban como dos hermanos, testimonios uno del otro, de la propia historia y procesos. Al relatarse mutuamente los silencios, comenzaron a sanar los dolores y entender al otro, a ellos mismos y a la relación que todavía estaba viva, pero más profunda y sólida.
Él ahora tiene otra compañera y ella también tiene un nuevo compañero, han pasado muchos años, se ven frecuentemente y comparten amigos. Todos saben que son familia y que el amor, igual que la energía, no se pierde, se transforma.

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